Casi una semana después (tampoco hay que exagerar, fue el pasado viernes) de ver la película me dispongo por fin a escribir sobre ella. Lo cierto es que solo me inspiro para hacerlo con las películas que me inspiran (lo cual, aparte de una frase trampa, es bastante lío) y tal el hecho de que, al llegar de verla, no viniera corriendo a escribir en este blog es una buena muestra de mi opinión sobre la película.
Pero no es que no me gustara. Clint Eastwood, según mi opinión, no tiene películas malas. Puede que haya dirigido algún film mediocre. Puede que no todas sus películas sean obras maestras, como Sin Perdón. Pero eso no quiere decir que, de las películas que llegan actualmente al cine, decidir ir a ver una de Eastwood sea una apuesta normalmente segura de que no te sentirás estafado. Y J. Edgar no es una excepción.
Si bien, igual que me ha pasado este año con La Dama de Hierro, no ha conseguido colmar mis expectativas. Puede que fueran demasiado grandes, o puede que ya tengamos la idea de que todos los biopics van a ser ya, de entrada, interesantes. El hecho de que no sea asi no deja de reafirmar que películas como El discurso del rey, de un visionado entretenido de principio a fin, tienen un gran mérito al convertirse en grandes películas.
Si bien, igual que me ha pasado este año con La Dama de Hierro, no ha conseguido colmar mis expectativas. Puede que fueran demasiado grandes, o puede que ya tengamos la idea de que todos los biopics van a ser ya, de entrada, interesantes. El hecho de que no sea asi no deja de reafirmar que películas como El discurso del rey, de un visionado entretenido de principio a fin, tienen un gran mérito al convertirse en grandes películas.
Y eso que, si queréis que os diga la verdad, la vida de Jorge VI no parece más interesante que la de estos dos personajes, Margaret Tatcher o J. Edgar. La primera, porque, como bien se ve en la película magistralmente interpretada por Meryl Streep, fue la primera “presidenta” (por no poner primera Primera Ministra) de uno de las potencias de occidente. El segundo, porque estar en medio del nacimiento de una de las mayores agencias de inteligencia del mundo durante sus inicios y sus años más importantes (hasta la primera legislatura de Nixon, momento en el que Edgar muere, tal vez evitándose los disgustos que ese presidente daría de cara a la imagen de Estados Unidos) tiene una importancia capital para empezar a entender cómo y por qué un país en el que la libertad del individuo es la base de sus sistema empieza a primar la seguridad.
Sin embargo, y como decía, ambas acaban a la sombra del Discurso del Rey. No es que sea particularmente fan de la película de Tom Hooper, aunque parezca lo contrario. Es que es así.
Por otro lado, y tras esta larga disertación sobre por qué no se debe ir al cine con la idea de que cualquier biopic sobre cualquier personaje va a ser la película del siglo, J. Hoover, que es de lo que venía a hablar no es una mala película. Centrada en la vida del director del FBI durante casi cuarenta años, la cinta nos aproxima al hombre cuya obsesión fue la seguridad y permanencia del ideal estadounidense. Un hombre cuyo verdadero amor fue su país. Y que, cegado por esa obsesión, llegó a traspasar la línea de la legalidad, no siempre con motivos. La película, a pesar de estar, en su mayoría, centrada en los años 30 y 40 sirve para reflexionar sobre la actualidad, sobre que derechos, que libertades podemos y debemos renunciar y cuales no pueden ser violentadas en pos de lo que consideramos un Estado democrático y de Derecho.
A la vez, J. Hoover nos acerca a la persona, a las circunstancias que rodearon la vida de este personaje y que guiaron muchas de sus acciones. Magistral la interpretación de DiCaprio, una de las mejores que yo le recuerdo (aunque he de confesar que no soy una gran seguidora del mismo). Lo mismo que la de Armie Hammer, si bien el maldito maquillaje de la parte ubicada en los 60 probablemente despiste más que ayude.
El guión, por el contrario, tiene para mi gusto excesivas inflexiones. Acabas pensando que va a acabar al menos en cinco ocasiones a lo largo del último tramo de la película. Eso a veces despista, haciendo que parezca una película algo pesada, cuando en realidad es bastante difícil que sea así, pues todos los acontecimientos que se muestran son interesantes y ayudan a entender mejor la personalidad de Edgar Hoover.
El guión, por el contrario, tiene para mi gusto excesivas inflexiones. Acabas pensando que va a acabar al menos en cinco ocasiones a lo largo del último tramo de la película. Eso a veces despista, haciendo que parezca una película algo pesada, cuando en realidad es bastante difícil que sea así, pues todos los acontecimientos que se muestran son interesantes y ayudan a entender mejor la personalidad de Edgar Hoover.
En cuanto a la dirección, que decir. Simplemente Clint Eastwood. Si La Dama de Hierro le hubiera tenido a él como director, probablemente hubiera sido mucho mejor película que J. Edgar. Al haber sucedido al revés, el resultado es el contrario. J. Edgar es un decente biopic y una buena película, que trata temas bastante actuales y temas del pasado (por supuesto, hablo del componente de denuncia ante la imposibilidad de Edgar para admitir su interés por los hombres, debido en parte a la fuerte personalidad de su madre) dotándolos de perspectiva histórica que ponen en situación al espectador para poder decidir cuándo ponerse del lado de Hoover y cuando ponerse en contra del personaje.
Como digo, una buena película. Pero tampoco una maravilla.
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