El doblaje es poco valorado en este país. El “en versión original es mejor” prevalece sobre cualquier trabajo, este o no mal hecho. Efectivamente, cuando conoces una lengua, la versión original vence porque notas mejor la manera de transmitir con su voz que han tenido los actores.
Pero no hay que olvidar que
pierdes gestos, si la versión original es subtitulada. Asique al final, debes
perder una cosa o la otra hasta que finalmente dominas un idioma. Y son los
dobladores, los buenos dobladores, los que nos permiten disfrutar del conjunto
hasta que no la dominamos, no lo olvidemos. Y en nuestro país hay grandes
dobladores.
Uno de ellos destaca –destacaba,
aunque aun me cueste utilizar el pasado -, sobre todos ellos. Constantino
Romero ha sido la voz durante mucho tiempo de grandes y pequeños personajes,
pero sobre todo de los grandes. El buen hacer de profesionales como él a veces
engrandecen películas (aunque muchos crean que es imposible) y, en todo caso,
permiten disfrutarlas de la misma manera que se haría en versión original.
Se retiraba hace unos meses, con un Esto es todo amigos. Su voz así dejaba de sonar profesionalmente, y eran sus familiares y amigos quienes la disfrutarían desde entonces.
Se retiraba hace unos meses, con un Esto es todo amigos. Su voz así dejaba de sonar profesionalmente, y eran sus familiares y amigos quienes la disfrutarían desde entonces.