No suelo hacer nunca críticas de
series españolas. No voy a ir con el cuento de que no me gustan. Solo por poner
algunos ejemplos, disfrute durante las primeras temporadas del Internado y
disfrute hasta el final con Gran Reserva y Los Misterios de Laura. Me gustó
Verano Azul y lo pase bien viendo las primeras temporadas de Cuéntame, e
incluso aun hoy veo algún capitulo (brillante el final de la temporada pasada
en la discoteca). Y una de mis series favoritas (junto con esta de la que voy a escribir hoy) es Crematorio.
Pero no me entusiasmaban, en el
sentido estricto de la palabra (causar verdadera admiración). El Ministerio me
entusiasma. Yo, que soy muy de pertenecer a grupos de seguidores asiduos a
series, películas o libros, de cuasi-obsesiva reverencia a más obras de las que
quisiera o debería reconocer, nunca había tenido tantas ganas del siguiente
capítulo de una serie española. De la siguiente temporada.