El punto de partida es, cuanto
menos, interesante para todo aquel que viva en este mundo en el que los medios
de comunicación dictan los temas de actualidad y en ocasiones los escándalos
son más importantes que los verdaderos delitos. El fiscal del condado de Cook, en
Illinois, es acusado de corrupción, de intercambiar favores procesales por
favores sexuales y dinero. Sin embargo, no es una serie centrada en
conspiraciones, o en la corrupción que existe en nuestros sistemas. La serie se
centra en la mujer que se mantiene al lado del infiel marido político (político
en Estados Unidos, claro, donde todos los cargos son elegidos democráticamente,
desde jueces hasta el presidente) durante la rueda de prensa donde este dimite,
inicio de la serie, y lo que sucede tras ella. Ese es el punto partida. Tras
aguantar los flashes de la vergüenza ¿Qué ocurre con esa mujer, madre de
familia, esposa y ama de casa, que abandonó su carrera para dedicarse a cuidar
de los suyos y a apoyar a su marido, que ahora le ha traicionado?
No me digáis que no suena, cuanto
menos, atrayente. Pero esto, como todo, es un punto de partida. Y un buen punto
de partida solo es importante si lo que sigue es mejor. Y es mucho mejor.