viernes, 1 de junio de 2012

Por qué comenzar a ver... The Good Wife



El punto de partida es, cuanto menos, interesante para todo aquel que viva en este mundo en el que los medios de comunicación dictan los temas de actualidad y en ocasiones los escándalos son más importantes que los verdaderos delitos. El fiscal del condado de Cook, en Illinois, es acusado de corrupción, de intercambiar favores procesales por favores sexuales y dinero. Sin embargo, no es una serie centrada en conspiraciones, o en la corrupción que existe en nuestros sistemas. La serie se centra en la mujer que se mantiene al lado del infiel marido político (político en Estados Unidos, claro, donde todos los cargos son elegidos democráticamente, desde jueces hasta el presidente) durante la rueda de prensa donde este dimite, inicio de la serie, y lo que sucede tras ella. Ese es el punto partida. Tras aguantar los flashes de la vergüenza ¿Qué ocurre con esa mujer, madre de familia, esposa y ama de casa, que abandonó su carrera para dedicarse a cuidar de los suyos y a apoyar a su marido, que ahora le ha traicionado?

No me digáis que no suena, cuanto menos, atrayente. Pero esto, como todo, es un punto de partida. Y un buen punto de partida solo es importante si lo que sigue es mejor. Y es mucho mejor. 



Aquella mujer, que veíamos en una especie de trance, intentando ignorar los focos, las cámaras y a los periodistas en aquella infame rueda de prensa, es Alicia Florrick. Pero Alicia no es una simple ama de casa, abnegada mujer cuya vida son sus hijos y las fiestas del barrio residencial. Alicia es mucho más. Es una abogada competente, una litigadora incansable y perspicaz, una mujer inteligente y cauta. Es el tipo de persona que piensa las cosas dos veces antes de hacerlas, y piensa las cosas dos veces antes de decirlas. Puedes imaginar lo que pasa por su mente a través de esa penetrante mirada, sin necesidad de que lo exprese con palabras. Y ella, esta especie de Minerva inmutable, está dispuesta a todo por recuperar cierta normalidad en su vida tras el tsunami causado por su marido.

Alicia Florrick es uno de los mejores personajes femeninos jamás creados. Sé que, en principio, es una aseveración algo radical, pero no creo estar mal encaminada. Tras haber disfrutado de la primera temporada, y haber comenzado la segunda, tengo que decir que cada vez me interesa más su personalidad, su forma de ser, la manera que tiene de evitar los obstáculos y simular una impasibilidad ante aquellos que pretenden provocarla. Ejemplo de prudencia, una prudencia que nos vendría bien imitar a todos.



Pero The Good Wife no es solo su personaje principal. Bastaría con ella, sí, pero en realidad una buena serie, una de esas series que recomendarías sin dudas sobre su calidad necesita más. Especialmente si, como sucede en esta, el sistema es muy parecido a tantas series de abogados, basadas en el viejo arquetipo cada capítulo un caso. Pero The Good Wife mantiene una trama más continuada. Bueno, varias tramas continuadas a lo largo de sus temporadas.

En primer lugar, por supuesto, el descenso a los infiernos y el ascenso redentor de Peter Florrick, el marido de Alicia. The Good Wife se convierte así entre un cross-over de serie de abogacía y serie política americana. Y en realidad es un gran acierto. En un país en el que, como señale antes, desde los jueces, hasta los fiscales, se eligen mediante votación del pueblo es interesante ver como se gesta desde el interior la elección de candidatos, la búsqueda de apoyos de los famosos lobbys y el papel preponderante de la necesaria figura de los directores de campaña, todo esto reflejado desde el punto de vista de un tema tan delicado como la justicia. Si los americanos fueran un poco más como nosotros, este tipo de series les haría plantearse si no sería mejor sistemas más parecidos a los europeos para la elección de personas como fiscales y  jueces, que deben ser independientes y estar separados del poder ejecutivo y legislativo. Pero si los americanos fueran como nosotros, probablemente no harían estas grandes series.



La otra trama, algo más implícita pero también presente, es la de la crisis económica, y el efecto de la misma sobre los bufetes de abogados. Por supuesto, no es una trama principal, pero sí se puede ver a lo largo de toda la primera temporada como los socios del bufete Gardner & Lockhart intentan arreciar el vendaval de la crisis a toda costa, intentando salvar puestos de trabajo de sus empleados.



Además, como en toda buena serie estadounidense no podía faltar la trama “tensión-sexual-no-resuelta” entre el personaje principal y uno de los secundarios. Will y Alicia o Alicia y Peter. Los fans de la serie ya se agrupan en uno u otro equipo, como siempre suele suceder. Pero he de decir una cosa con respecto a esto. La elegancia, la sutileza y la profundidad con la que se maneja esta situación en la serie es otro gran punto a su favor.

Y por último, y no menos importante, además de estas cuatro tramas (Alicia, la carrera política de Peter, la tensión sexual no resuelta y en menor medida la dificultad económica del bufete), la caterva de grandes personajes secundarios. Desde los socios del bufete, Will Gardner y Diane Lockhart (inconmensurable la interpretación de Christine Baranski) hasta la misteriosa Kalinda, pasando por el ambicioso Cary Argos hasta el magnífico, hilarante y magnético Eli Gold. Cualquiera que se resista, está loco. 


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