El punto de partida es, cuanto
menos, interesante para todo aquel que viva en este mundo en el que los medios
de comunicación dictan los temas de actualidad y en ocasiones los escándalos
son más importantes que los verdaderos delitos. El fiscal del condado de Cook, en
Illinois, es acusado de corrupción, de intercambiar favores procesales por
favores sexuales y dinero. Sin embargo, no es una serie centrada en
conspiraciones, o en la corrupción que existe en nuestros sistemas. La serie se
centra en la mujer que se mantiene al lado del infiel marido político (político
en Estados Unidos, claro, donde todos los cargos son elegidos democráticamente,
desde jueces hasta el presidente) durante la rueda de prensa donde este dimite,
inicio de la serie, y lo que sucede tras ella. Ese es el punto partida. Tras
aguantar los flashes de la vergüenza ¿Qué ocurre con esa mujer, madre de
familia, esposa y ama de casa, que abandonó su carrera para dedicarse a cuidar
de los suyos y a apoyar a su marido, que ahora le ha traicionado?
No me digáis que no suena, cuanto
menos, atrayente. Pero esto, como todo, es un punto de partida. Y un buen punto
de partida solo es importante si lo que sigue es mejor. Y es mucho mejor.
Aquella mujer, que veíamos en una especie de trance, intentando ignorar los focos, las cámaras y a los periodistas en aquella infame rueda de prensa, es Alicia Florrick. Pero Alicia no es una simple ama de casa, abnegada mujer cuya vida son sus hijos y las fiestas del barrio residencial. Alicia es mucho más. Es una abogada competente, una litigadora incansable y perspicaz, una mujer inteligente y cauta. Es el tipo de persona que piensa las cosas dos veces antes de hacerlas, y piensa las cosas dos veces antes de decirlas. Puedes imaginar lo que pasa por su mente a través de esa penetrante mirada, sin necesidad de que lo exprese con palabras. Y ella, esta especie de Minerva inmutable, está dispuesta a todo por recuperar cierta normalidad en su vida tras el tsunami causado por su marido.
Alicia Florrick es uno de los
mejores personajes femeninos jamás creados. Sé que, en principio, es una
aseveración algo radical, pero no creo estar mal encaminada. Tras haber
disfrutado de la primera temporada, y haber comenzado la segunda, tengo que
decir que cada vez me interesa más su personalidad, su forma de ser, la manera
que tiene de evitar los obstáculos y simular una impasibilidad ante aquellos
que pretenden provocarla. Ejemplo de prudencia, una prudencia que nos vendría
bien imitar a todos.
Pero The Good Wife no es solo su
personaje principal. Bastaría con ella, sí, pero en realidad una buena serie,
una de esas series que recomendarías sin dudas sobre su calidad necesita más.
Especialmente si, como sucede en esta, el sistema es muy parecido a tantas
series de abogados, basadas en el viejo arquetipo cada capítulo un caso. Pero
The Good Wife mantiene una trama más continuada. Bueno, varias tramas
continuadas a lo largo de sus temporadas.
En primer lugar, por supuesto, el descenso a
los infiernos y el ascenso redentor de Peter Florrick, el marido de Alicia. The
Good Wife se convierte así entre un cross-over de serie de abogacía y serie
política americana. Y en realidad es un gran acierto. En un país en el que,
como señale antes, desde los jueces, hasta los fiscales, se eligen mediante
votación del pueblo es interesante ver como se gesta desde el interior la
elección de candidatos, la búsqueda de apoyos de los famosos lobbys y el papel
preponderante de la necesaria figura de los directores de campaña, todo esto
reflejado desde el punto de vista de un tema tan delicado como la justicia. Si
los americanos fueran un poco más como nosotros, este tipo de series les haría
plantearse si no sería mejor sistemas más parecidos a los europeos para la
elección de personas como fiscales y
jueces, que deben ser independientes y estar separados del poder
ejecutivo y legislativo. Pero si los americanos fueran como nosotros, probablemente
no harían estas grandes series.
La otra trama, algo más implícita
pero también presente, es la de la crisis económica, y el efecto de la misma
sobre los bufetes de abogados. Por supuesto, no es una trama principal, pero sí
se puede ver a lo largo de toda la primera temporada como los socios del bufete
Gardner & Lockhart intentan arreciar el vendaval de la crisis a toda costa,
intentando salvar puestos de trabajo de sus empleados.
Además, como en toda buena serie
estadounidense no podía faltar la trama “tensión-sexual-no-resuelta” entre el
personaje principal y uno de los secundarios. Will y Alicia o Alicia y Peter. Los fans de la
serie ya se agrupan en uno u otro equipo, como siempre suele suceder. Pero he
de decir una cosa con respecto a esto. La elegancia, la sutileza y la
profundidad con la que se maneja esta situación en la serie es otro gran punto
a su favor.
Y por último, y no menos importante,
además de estas cuatro tramas (Alicia, la carrera política de Peter, la tensión
sexual no resuelta y en menor medida la dificultad económica del bufete), la
caterva de grandes personajes secundarios. Desde los socios del bufete, Will
Gardner y Diane Lockhart (inconmensurable la interpretación de Christine Baranski) hasta la
misteriosa Kalinda, pasando por el ambicioso Cary Argos hasta el magnífico,
hilarante y magnético Eli Gold. Cualquiera que se resista, está loco.
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